No resulta sorprendente que “Maestros ambulantes” tenga tanta significación en los tiempos actuales. Las cuestiones referentes a la naturaleza y al medioambiente en general, ocupan un lugar muy importante en los asuntos de interés para nuestras generaciones. A través de imágenes y metáforas, en numerosos de sus textos José Martí describió extraordinariamente la naturaleza de distintas regiones o países, Sin embargo, en “Maestros ambulantes” nuestro Apóstol procuró educar y “abrir el apetito del saber” a las personas, expuso la importancia de conocer la tierra, de cuidar la naturaleza y de cuidar las técnicas o procedimientos para lograr el aprovechamiento óptimo de las mismas y un mayor beneficio para la sociedad.

¿En cuántas ocasiones el hombre se ha comportado de una forma ingrata con la naturaleza? Es difícil responder a esta pregunta con exactitud, pues desde tiempos remotos el hombre acaba con todo a su paso, sin medir consecuencia alguna, solo para conseguir sus propósitos y beneficios. Quizás un desarrollo marcado de la ciencia y la técnica impulsó a Martí a elaborar este escrito sobre la tierra y la naturaleza. Aunque este texto de 1884 se refiere fundamentalmente a la forma más adecuada de llevar adelantos científicos a los campesinos, encierra además un grandísimo mensaje que nos lleva a vislumbrar la importancia de entender la naturaleza en su conjunto y la forma más acertada de protegerla en nuestros días.

“La mayor parte de los hombres ha pasado dormida sobre la tierra. Comieron y bebieron; pero no supieron de sí”. Resulta vastísima la significación filosófica que encierra esta pequeña frase; deja bien claro que resulta primordial conocer los orígenes de los hombres, formas de vida, costumbres propias de los seres humanos y su relación con la sociedad, tratar de todas las maneras posibles de conocer y comprender todo lo referente a los sujetos y su entorno. Pero relacionada directamente con el texto, esta frase trata esparcir el conocimiento de los adelantos en los campos, de hallar la forma más apropiada en que se podían aprovechar de manera óptima los instrumentos mecánicos, de llevar la educación de forma práctica a los trabajadores campesinos.

Martí consideraba que es necesario mantener a los hombres en el conocimiento de la tierra y en el de la perdurabilidad de la vida. Imagen: Tomada de Cubadebate

De acuerdo con Martí, “es necesario mantener a los hombres en el conocimiento de la tierra y en el de la perdurabilidad y trascendencia de la vida[1]”. Fue muy importante en aquellos tiempos del Apóstol, como en los nuestros, situar a los individuos ante la naturaleza y todo lo que ella representa. Es tarea de estos tiempos colocar a los seres humanos ante la cuestión medioambiental que nos afecta directamente a todos.

La anterior frase encierra en sí misma un grandísimo mensaje ante la preocupación y revela un poco la ignorancia de algunos individuos, que se dejan cegar, quizás sabiendo el daño que representa la contaminación tanto del aire, como de la tierra y los mares, la deforestación que contribuye al aumento de las temperaturas y al calentamiento global, que se muestra cada vez más evidente con las elevadas temperaturas medias del planeta, así como la pérdida de la biodiversidad, entre otros problemas cruciales.

Es importantísimo conocer los límites de la naturaleza. Me atrevería a decir que no existe nada más profundo de conocer y entender que la tierra donde vivimos, la naturaleza en su conjunto. A fin de cuenta, guarda vidas tanto humanas como de otros individuos del reino animal y vegetal.

“Fue muy importante en aquellos tiempos del Apóstol, como en los nuestros, situar a los individuos ante la naturaleza y todo lo que ella representa. Es tarea de estos tiempos colocar a los seres humanos ante la cuestión medioambiental que nos afecta directamente a todos”.

Martí también presenta un tema importante cuando se refiere a la avaricia de los seres humanos ante la naturaleza, a lo que pueden extraer de ella sin medir consecuencias para sí mismos y para su entorno a corto o a largo plazo. A través de este texto siembra la semilla de la incertidumbre, relacionada con el entorno, al afirmar que el camino abierto a la prosperidad constante y fácil es el de conocer el medioambiente en sí mismo.

Consideraba que, así como los griegos se preguntaban sobre la existencia, los dioses o el conocimiento en general para dar respuestas a sus interrogantes, los seres humanos debían interesarse por las cuestiones de la naturaleza debido a que para vivir y sobrevivir siempre terminan rendidos a los pies de esta y resultaba muy necesario este conocimiento para poder cultivar y aprovechar los elementos inagotables e infatigables que nos brinda la misma.

En estos tiempos, a la par de aprovechar los elementos naturales inagotables, deberíamos crear mayor conciencia y profundizar mucho más sobre esta avaricia desmedida de determinado grupo humano que, tentado por la rápida evolución de la ciencia y la técnica, y las ganancias que ellas puedan aportar, terminan sin comprender las consecuencias irreparables que provoca el mal manejo de recursos no renovables para todos los seres vivos y el entorno natural.

“Martí también presenta un tema importante cuando se refiere a la avaricia de los seres humanos ante la naturaleza, a lo que pueden extraer de ella sin medir consecuencias para sí mismos y para su entorno a corto o a largo plazo”.

Al tratar la cuestión de los maestros ambulantes para la enseñanza en los campos, Martí comprendió totalmente el papel que desempeñaban los campesinos para la sociedad cuando afirmó: “… Las ciudades son la mente de las naciones; pero su corazón, donde se agolpa y donde se reparte la sangre, está en los campos…”.[2] 

Enalteció el papel de los trabajadores del campo con su oficio, y así como consideraba importante el conocimiento de la geografía, las matemáticas y el español para los citadinos, para el más universal de los cubanos resultaba trascendente llevar el nuevo conocimiento a los campos y a sus gentes, trasmitirles las técnicas novedosas para el trabajo con la tierra, pero de una forma magistral y hasta cierto punto única, en la que el trabajador campesino se sienta estimulado ante los nuevos conocimientos que brinden los maestros ambulantes y capaz de emplear y beneficiarse al máximo de lo aprendido para un aprovechamiento óptimo de la tierra.

El alcance de los escritos martianos no conoce de límites: un texto del siglo XIX se adapta perfectamente a los tiempos que transcurren en la actualidad. Educar desde la virtud y la generosidad fue una tarea que se propuso Martí en muchas de sus obras y escritos. Justamente conviene seguir esa guía para un mejor futuro. “Los hombres crecen, crecen físicamente, de una manera visible crecen, cuando aprenden algo, cuando entran a poseer algo, y cuando han hecho algún bien”.[3] 

En muchas de sus obras y escritos Martí se propuso educar desde la virtud y la generosidad. Imagen: Tomada de Juventud Rebelde

Educar desde el pensamiento martiano es una tarea viva. Los seres humanos no se conforman con el conocimiento que se posee en el presente. A medida que transcurren los tiempos, los adelantos científicos también avanzan en la escala del progreso. El desarrollo no puede ser razonable si no va acompañado con la idea del bienestar para las personas y su entorno.

En nuestro siglo XXI, los individuos deben estar convencidos del daño que representa para nuestro entorno y la convivencia el empleo inadecuado de la ciencia y la técnica; estas ponen ante nuestros pies nuevas incertidumbres que podrían representar un peligro mayor para la naturaleza. “El sol no es más necesario que el establecimiento de la enseñanza elemental científica”, y esta frase suya recalca la importancia que ocupa la ciencia para la vida en su conjunto. Con la revolución científico técnica aparecen nuevas informaciones y nuevas ansias del saber; precisamente aquí es que debemos lograr un ejercicio prudente de la razón, pues encontrando respuestas a nuevas cuestiones que nos presenta la actualidad, en ocasiones nos olvidamos del medioambiente y de los seres vivos que lo habitan.

Estar a la par de los adelantos de la ciencia y la técnica no es un pecado ni puede ser considerado un mal, solo que los maestros ambulantes deben ser aquellas personas virtuosas que velan por el equilibrio del medioambiente, por el bien de plantas y animales, y por el bien del mismo ser humano. Se debe crear conciencia sobre lo que las nuevas técnicas representan para los cultivos y para la sociedad en general. Además, se debe crear conciencia acerca de impulsar un equilibrio ambiental que favorezca a toda la naturaleza. Como afirmó Martí “…quien intente mejorar al hombre no ha de prescindir de sus malas pasiones, sino contarlas como factor importantísimo, y ver de no obrar contra ellas, sino con ellas”.[4] No se deben abandonar los adelantos científico-técnicos, sino emplearlos juiciosamente, con vistas a un desarrollo beneficioso para todos los seres vivos, impulsando las ideas de ternura, generosidad y bienestar que nos inculca nuestro José Martí para alcanzar la felicidad sobre la tierra.


Notas:

[1] José Martí, Obras Completas, Edición Crítica, tomo 19, p. 184.

[2] Ibídem, p. 184.  

[3] Ibídem, p. 185.

[4] Ibídem, p.187.