Este 24 de marzo de 2024 conmemoramos en Argentina los 48 años del golpe de Estado que en 1976 oscureció a nuestro país llevándose la vida de 30 mil compañeras y compañeros decididos a revertir un orden injusto para construir la Patria Grande, aún a costa de sacrificarse hasta el extremo, por amor revolucionario al pueblo.

Los 30 mil tenían madres, mujeres que, frente a la desaparición de sus hijas e hijos, comenzaron hace casi cinco décadas una búsqueda que jamás abandonaron. Reclaman “Aparición con vida, vivos se los llevaron, vivos los queremos”, consignas detrás de las cuales marchan cada jueves en la Plaza de Mayo. 

“La Patria no se vende, la vida no se entrega, el pueblo se subleva”.

Pero además de hacer desaparecer a las personas, la dictadura militar robó y se apropió de al menos 500 bebés que tenían abuelas. Organizadas, formaron Abuelas de Plaza de Mayo y lograron recuperar la identidad de 140 hombres y mujeres, criados por sus apropiadores, los militares golpistas o civiles cómplices del terrorismo de Estado.

La lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo fue el dispositivo que llevó a los genocidas al banquillo de los acusados; gracias a ellas avanzaron los juicios por crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, el daño a nivel social y económico, sigue siendo irreversible, porque se llevaron a los mejores cuadros políticos, desaparecieron a las y los dirigentes que hoy nos faltan. Se llevaron a esa juventud revolucionaria que no pensaba en términos individuales, sino que creía en la construcción colectiva de la historia hecha a fuego lento, donde los jóvenes son el viento.

“Los 30 mil tenían madres, mujeres que, frente a la desaparición de sus hijas e hijos, comenzaron hace casi cinco décadas una búsqueda que jamás abandonaron”.

Asesinaron a los 30 mil por defender y creer en las ideas de la Revolución Cubana, por admirar a Fidel y al Che y tomarlos como modelos de dirigentes para construir el socialismo argentino. Aquellos compañeros y compañeras, encarnaban los valores del hombre nuevo al que aludía el Che. Todo eso no podía propagarse, por eso Estados Unidos financiaría la política de exterminio del Golpe; ellos fueron cómplices de la “miseria planificada” como dice la carta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar, difundida el 24 de marzo de 1977, un año después del Golpe.

El pasado vuelve, pero esta vez el golpe en Argentina lo da un gobierno de ultraderecha y neoliberal a ultranza que ganó las elecciones en 2023 con una trampa llamada balotage. Parece que vienen a terminar el trabajo que no pudieron concluir hace 48 años, vienen a llevarse todos los derechos conseguidos, a golpear económicamente a nuestro pueblo. Quieren golpear con el olvido, con el odio, con la persecución a las y los dirigentes populares.

Golpean con un relato mentiroso y falso a través de los medios de comunicación hegemónicos, quieren hacer desaparecer la historia del horror que hemos vivido y reemplazarla por una narrativa desde la mirada de los desaparecedores, de los cómplices y del poder económico, pero la memoria persiste. En Argentina no hubo una guerra entre 1976 y 1983, lo que hubo fue la aplicación del Plan Cóndor, planificado por el imperialismo de Estados Unidos para toda América Latina.

“Golpean con un relato mentiroso y falso a través de los medios de comunicación hegemónicos, quieren hacer desaparecer la historia del horror que hemos vivido”.

Contra todo eso, también las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo siguen siendo un faro de lucha después de 48 años, renovando la consigna que hoy dice “La Patria no se vende, la vida no se entrega, el pueblo se subleva” y convocan a millones de argentinos por el “Nunca Más”.

Mientras más oscura sea la noche, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo seguirán alumbrando el camino. Llegará ese nuevo amanecer que, en el aquí y ahora de nuestro tiempo, se disputa en las calles, con el pueblo argentino reivindicando la lucha de los 30 mil por Memoria, Verdad y Justicia, siempre.