Raquel Revuelta en la escena, el cine y la memoria
Rubén Ricardo Infante / Imagen: Tomada del periódico Trabajadores
17/11/2025
Cuando se aprecia el hermoso cartel diseñado por el artista Raúl Martínez para el filme Lucía (Humberto Solás, 1968), tres rostros destacan con sus luces el tríptico: Adela Legrá, Eslinda Núñez y Raquel Revuelta, tres grandes actrices que encarnaron las historias de estas mujeres en sus diversos contextos históricos.
Este 14 de noviembre se cumplió el centenario del natalicio de la actriz y docente Raquel Revuelta y la Cinemateca de Cuba se suma a este homenaje con la concepción de un ciclo donde podemos ver varios filmes en los cuales participó.
Desde el 21 de noviembre hasta el 27 del propio mes se incluye en el ciclo títulos que conforman una especie de arco creativo de la actriz y el recorrido va desde Siete muertes a plazo fijo (Manolo Alonso, 1950) hasta Cecilia (Humberto Solás, 1981).
También dirigidos por Solás se suman, el referido Lucía (1968), Un día de noviembre (1972) y Un hombre de éxito (1986), para confirmar la cercanía y el trabajo conjunto entre Revuelta y Solás para la concepción de personajes femeninos de alto valor narrativo en las historias de sus filmes.
Antes de Solás, otros directores apostaron por la actriz, caracterizada por su rostro y la maestría que la distinguió en todas sus apariciones en la televisión, el teatro y el cine, uno de ellos fue Miguel Morayta, con quien trabajó en Morir para vivir y La fuerza de los humildes, ambos de 1954.
Revuelta también formó parte del elenco de filmes como Cuba baila (Julio García Espinosa, 1960), Aquella larga noche (Enrique Pineda Barnet, 1979) y El huésped (Eduardo Manet, 1967).
Junto a su legado como maestra de generaciones, el rostro de Raquel permanece en la memoria de miles de espectadores que la vimos en estos filmes o la recordamos en otros medios, porque su obra inmensa es parte de la mejor tradición histriónica en la isla.
Este ciclo es el pretexto para volver a sus escenas, a sus momentos en la gran pantalla y recordarla viva, sonriente o triste, desgarrando en cada momento su fuerte presencia ante las cámaras.