Cultura cubana y ciencia: Tejiendo identidad desde la innovación
La integración de la ciencia en la cultura cubana no es un fenómeno reciente, sino una herencia arraigada en los principios fundacionales de la Revolución. Desde el emblemático discurso “Palabras a los Intelectuales” pronunciado por Fidel Castro en 1961, que sentó las bases para una política cultural inclusiva y participativa, hasta documentos programáticos del Partido Comunista, Cuba ha entendido que el desarrollo cultural requiere de un enfoque multidisciplinario.
Esta línea ha sido prioridad para el Ministerio de Cultura (Mincult), y como ente rector, ha convertido esta visión en acciones concretas, vinculando la investigación científica con la creación artística, la gestión del patrimonio y la defensa de la identidad nacional. ¿Cómo se estructura en Cuba la relación entre arte y ciencia?
En febrero de 2020, el Ministerio dio un paso trascendental al aprobar su Estrategia de Ciencia, Innovación y Medio Ambiente, un marco que ha permitido consolidar una red de seis Entidades de Ciencia, Tecnología e Innovación (ECTI) y siete Unidades de Desarrollo e Innovación distribuidas a nivel nacional, refiere un informe presentado por el Mincult.
Estas estructuras, respaldadas por 436 especialistas y un potencial científico de 1.127 profesionales —incluyendo 142 doctores y 880 másteres—, funcionan como motores para proyectos que abordan desafíos como la preservación patrimonial, la diversidad cultural y la resistencia ante fenómenos globales como la colonización cultural. Un dato relevante es que el 41 por ciento de estos especialistas son mujeres, y el 47 tienen menos de 35 años, lo que refleja un compromiso con la inclusión generacional y de género.

Entre las iniciativas más destacadas se encuentra el seguimiento riguroso al Programa Nacional de Desarrollo Cultural, cuyos indicadores se evalúan trimestralmente con miras al 2030. Este programa se complementa con la implementación de legislaciones clave como la Ley de los Derechos de Autor y del Artista Intérprete (154/2022) y la Ley General de Protección al Patrimonio Cultural y al Patrimonio Natural (155/2022), diseñadas para salvaguardar la propiedad intelectual y los bienes tangibles e intangibles de la nación.
Paralelamente, el Mincult coordina programas gubernamentales dirigidos a instituciones emblemáticas como el Ballet Nacional de Cuba y la Universidad de las Artes, asegurando que la excelencia artística se nutra de estándares académicos y científicos.
La formación de capital humano es otro pilar. La Estrategia de Formación Doctoral en Ciencias sobre Arte ha permitido que 169 profesionales, muchos de ellos jóvenes, cursen estudios avanzados. Entre las líneas de investigación destaca Autor y su Obra, una propuesta innovadora que reconoce al creador como investigador de su propia práctica, generando teorías desde la experiencia artística. Además, el Programa Sectorial de Ciencia, Tecnología e Innovación, enfocado a fortalecer la identidad cultural cubana y caribeña, ha impulsado diez proyectos interdisciplinarios que abarcan desde la lingüística hasta la gestión comunitaria, siempre con un enfoque crítico ante las dinámicas globales.
“La publicación del Anuario de Investigaciones, que compila hallazgos relevantes, y la categorización de 189 docentes en el nivel medio superior son ejemplos de cómo la ciencia permea la educación artística”.
Los Consejos Técnicos Asesores, renovados en 2024, juegan un rol crucial al integrar a intelectuales y artistas en la toma de decisiones. Estos órganos han participado activamente en evaluar la estructura funcional del Ministerio, asesorar en la aplicación de leyes patrimoniales y promover diálogos entre instituciones y creadores. Entre sus logros recientes destacan la socialización de estudios sobre el estado de la creación artística, el seguimiento a políticas contra el racismo y la discriminación, y la revitalización de la crítica literaria y artística.
Los resultados de estas políticas son evidentes. Describe el informe que, en los últimos años, se completaron 64 proyectos de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), muchos en colaboración con instituciones como el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas. La publicación del Anuario de Investigaciones, que compila hallazgos relevantes, y la categorización de 189 docentes en el nivel medio superior son ejemplos de cómo la ciencia permea la educación artística. Instituciones como el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (CIDMUC) y la Biblioteca Nacional José Martí funcionan como nodos clave, vinculando academia, creación y comunidad.
No menos importante es el compromiso ambiental. Desde el Programa de Desarrollo Cultural de los Territorios, el Ministerio ha integrado acciones alineadas con la Tarea Vida y la Estrategia Ambiental Nacional, promoviendo la educación ecológica, la protección de la biodiversidad y el combate a la contaminación sonora. Estas iniciativas reflejan una comprensión holística de la cultura, donde el respeto a la naturaleza se entrelaza con la preservación de la memoria histórica.
La estrategia promovida por el Mincult se centra en demostrar que la ciencia no es un instrumento auxiliar, sino un cimiento para la resiliencia cultural. Al fomentar investigaciones aplicadas, formar profesionales críticos y legislar con rigor, el Ministerio de Cultura garantiza que la identidad nacional evolucione sin perder su esencia. Este enfoque, que combina tradición e innovación, posiciona a Cuba como un referente en la integración estratégica entre cultura y conocimiento científico.