Cultura cubana y ciencia (V): Pilar en la formación y desarrollo artístico
La ciencia se ha convertido en un pilar fundamental para la enseñanza artística y el desarrollo cultural en Cuba, transformando los modelos educativos y las políticas públicas del Ministerio de Cultura. Desde el Centro Nacional de Escuelas de Arte hasta la Universidad de las Artes (ISA), se han implementado estrategias que vinculan el quehacer académico con las demandas sociales, línea que garantiza una formación especializada y contextualizada en la enseñanza artística.
En el nivel medio superior, destacan las mejoras en los planes de estudio de Teatro y Circo, mientras que el ISA ha acreditado sus Programas de Formación Académica, lo que refuerza ese vínculo con el Sistema de Gestión de Gobierno basado en Ciencia e Innovación que promueve la dirección del país.
Por ejemplo, la creación de nuevas carreras técnicas superiores en Procesos Escénicos y Realización Escénica, junto con la licenciatura en Gestión Sociocultural para el Desarrollo y tres maestrías especializadas (Desarrollo Cultural, Cultura Audiovisual y Producción Simbólica Contemporánea y Mediación Social), responde a necesidades sectoriales y fomenta competencias en cuadros y trabajadores. Esta evolución pedagógica se complementa con la colaboración de instituciones científicas y productivas lo que permite articular proyectos que trascienden el ámbito académico y promueven el desarrollo territorial mediante la introducción de resultados investigativos.

Según un informe de la gestión de la ciencia presentado por el Ministerio de Cultura, la Escuela Ramal ha impulsado un modelo de capacitación basado en el método científico que se concretaron en eventos como la Jornada Científico-Metodológica y participaciones en foros internacionales como Universidad 2024 y Gestión Empresarial y Administrativa Pública 2024. Estos espacios han servido para socializar investigaciones sobre gestión cultural, estudios decoloniales y promoción artística y refuerza el papel de más de 70 posgrados en la movilización de conocimientos.
Asimismo, programas como el Observatorio “Color Cubano” ─vinculado al Plan Nacional contra el Racismo─ demuestran cómo la ciencia aborda problemáticas sociales complejas. Por otro lado, eventos como el Coloquio José Aponte o la Conferencia Internacional por el Decenio de los Afrodescendientes, con delegados de 20 países, han ampliado el diálogo sobre equidad racial. Conmemoraciones como el 65 aniversario del ICAIC, la Casa de las Américas y el Teatro Nacional de Cuba, junto al 120 aniversario del natalicio de Alejo Carpentier, también han servido como plataformas para reevaluar el impacto histórico de estas instituciones desde una perspectiva científica.
“(…) programas como el Observatorio ‘Color Cubano’ ─vinculado al Plan Nacional contra el Racismo─ demuestran cómo la ciencia aborda problemáticas sociales complejas”.
Las fundaciones culturales se encaminan en el vínculo con la ciencia y han funcionado como laboratorios de innovación, aplicando el método científico para transformar realidades. Por ejemplo, la Fundación Fernando Ortiz se ha destacado con proyectos como La Ruta del Esclavo en su 30 aniversario, además de publicaciones clave como la Colección Etnográfica y La Fuente Viva. Por su parte, la Fundación Ludwig de Cuba ha apoyado a jóvenes artistas mediante diagnósticos basados en necesidades creativas, mientras la Fundación Nicolás Guillén celebró su XIV Coloquio y Festival dedicado a Nancy Morejón y al 90 aniversario de West Indies Ltd.
En esta misma línea, iniciativas impulsadas por el Mincult como la Biblioteca Digital Patria Libros de la Sociedad Cultural José Martí, con más de 300 autores cubanos, democratizan el acceso al conocimiento. La Fundación Antonio Núñez Jiménez, paralelamente, impulsa proyectos ambientales con enfoque comunitario.
Según este informe, la investigación científica ha permeado también la toma de decisiones institucionales, mediante herramientas como el proyecto “Consumos Culturales. Mapas de Prácticas” y el Observatorio de Políticas Culturales, que analizan fenómenos complejos y contemporáneos como la música urbana.

El reconocimiento a la labor investigativa se materializa en premios como el Anual de Investigación Cultural y la Orden “Carlos J. Finlay”, otorgada a 13 investigadores y cuatro instituciones. Además, la difusión del conocimiento se potencia a través de revistas indexadas (Catauro, Clave, Anales del Caribe), que en 2024 publicaron 1 017 artículos, y espacios como los Talleres de Ciencia e Innovación, dedicados a políticas culturales e innovación social.
En este desafío de integrar ciencia y cultura destacan prioridades como la implementación de la Ley de Cultura, la transformación digital con uso de IA y el fomento de industrias creativas sostenibles que demandan el fortalecimiento de redes colaborativas entre universidades, empresas y comunidades, resalta el documento del Ministerio, cuyas líneas de trabajo refuerzan que la capacitación continua en metodologías de investigación-acción y la socialización de resultados a nivel municipal serán la clave para democratizar el arte y llevarlo a todos los rincones del país mientras que se vela por la calidad de la propuesta artística y de la programación cultural.
Como expresó el presidente Díaz-Canel, la contribución de científicos, académicos y creadores sigue siendo vital para perfeccionar el modelo de gestión cultural. En definitiva, cuando el arte se nutre de rigor metodológico y datos concretos, se convierte en motor de desarrollo y resistencia identitaria, capaz de enfrentar los retos tecnológicos, generacionales y económicos del siglo XXI con innovación y justicia social.