“Ser martiano y fidelista ha sido, para mí, el único modo de ser feliz”
Armando Hart Dávalos

Armando Hart Dávalos, en su 95 cumpleaños, deja un legado ético profundamente arraigado en la tradición martiana y en el humanismo revolucionario cubano.

Su pensamiento ético se basa en la virtud, la dignidad humana, la solidaridad y la intransigencia revolucionaria, promoviendo una visión del mundo orientada hacia la bondad, el amor y la solidaridad humana, con la cultura y la ética como pilares fundamentales para la transformación social.

Hart entendía la ética como inseparable de la política, la cultura y la economía, y defendía que la formación ética debía llegar al alma o conciencia de las personas, impulsando el desarrollo moral y la voluntad para el mejoramiento humano y social. Su ética se fundamenta en el ideario de José Martí, enfatizando el amor a la patria, la cultura y la educación como medios para formar al hombre nuevo, revolucionario, patriota, humanista y solidario, comprometido con la construcción de una sociedad mejor.

“Hart entendía la ética como inseparable de la política, la cultura y la economía, y defendía que la formación ética debía llegar al alma o conciencia de las personas, impulsando el desarrollo moral y la voluntad para el mejoramiento humano y social”.

El punto de partida —decía Hart de la cultura cubana— está en la ética como principio rector de la política, que conduce a destacar el papel de la educación en el desarrollo y fortaleza de la civilización. En esta idea del Doctor Hart se encuentra lo original en el aporte de la cultura de Fidel. 

La médula de la cultura del estadista cubano está en que fue capaz de aportar mecanismos, medios, métodos novedosos de la práctica política, con una fundamentación ética universal. Su gran aporte ha sido enriquecer los modos martianos de hacer política en las condiciones creadas por el desarrollo científico-técnico, en especial en las esferas de la información y de la promoción de las ideas; esto, sobre el fundamento y la orientación del ideal antimperialista y socialista.

El legado ético de Armando Hart es un llamado a la acción social y política basada en la educación, la cultura y la ética, con un profundo humanismo que busca el mejoramiento continuo del ser humano y la sociedad, inspirado en los valores martianos y revolucionarios que él encarnó durante toda su vida.

El legado ético de Armando Hart es un llamado a la acción social y política basada en la educación, la cultura y la ética. Foto: Tomada de Prensa Latina

Como dirigente revolucionario y educador, Hart fue un fiel transmisor del legado martiano, viendo en la cultura un escudo y alma de la nación, y en la ética un camino indispensable para el desarrollo social y humano. Su ejemplo ético se refleja en su vocación de servicio y en su defensa constante de la humanidad, siendo un modelo para las nuevas generaciones en Cuba y más allá.

José Martí constantemente fue un ancla familiar en la obra de Armando Hart. Su modestia y sencillez eran tan grande, que en más de una ocasión se le escuchó decir que él no era un estudioso de Martí, sino un político que se valía de sus ideas para impulsar la lucha revolucionaria.

Hart consideraba a Martí como el fundador de la nación cubana y el guía espiritual de su Revolución. Destacaba el electivismo del Héroe Nacional cubano, es decir, su capacidad de asimilar y sintetizar diversas fuentes de pensamiento, tanto nacionales como universales, de forma creativa y antidogmática. Resaltaba el amor a la justicia como el valor supremo de Martí, que lo llevó a luchar por la independencia, la soberanía y la dignidad de Cuba y de América Latina frente al imperialismo.

Hart consideraba a Martí como el fundador de la nación cubana y el guía espiritual de su Revolución. Foto: Tomada de Tribuna de La Habana

El otrora presidente fundador de la Sociedad Cultural José Martí y director de la Oficina del Programa Martiano de Cuba proponía un diálogo de generaciones entre los que vivieron en el siglo XX y los que viven en el siglo XXI, basado en el legado ético y cultural del Apóstol de la independencia cubana y de Fidel Castro. Dejó un legado ardiente de patriotismo, de amor apasionado a la libertad, a la dignidad, al decoro del hombre, una fe ilimitada en el pueblo, así como de repudio al despotismo.  

Hart concibió la cultura como la segunda naturaleza, claustro materno y creación de la humanidad. Planteó que no hay hombre sin cultura y esta no existe sin el hombre y en el afán por descubrir, lo lleva al extremo de intentar encontrar el sentido de su creación. Al hacer alusión al tema, en un momento expresó: “Alguien me dijo una vez críticamente que yo consideraba que todo era cultura. Le respondí: la cultura está en todo y donde no se halla se encuentra la ignorancia, el camino de la barbarie y también la mediocridad carente de entusiasmo creativo…”.[1] Sobre la cultura, recordó a José de la Luz y Caballero cuando planteó que el entusiasmo nunca fue patrimonio de los mediocres.

Un importante aporte de Hart a la actividad de dirección política, la que Fidel asumió y enriqueció, está en la “cultura de hacer política”. Para este gran intelectual “la cultura de hacer política” revela el fruto más puro y útil de la historia de las ideas cubanas, y se refiere a las formas prácticas de su materialización y las maneras de vencer objetivamente los obstáculos que se levantan ante todo proyecto trascendente.

“Armando Hart fue uno de los marxistas más consecuentes de Cuba, reafirma al marxismo y al leninismo como guía y metodología para la acción, como vía y camino para la redención humana, además como una concepción teórica de la Ideología de la Revolución Cubana”.

Armando Hart fue uno de los marxistas más consecuentes de Cuba, reafirma al marxismo y al leninismo como guía y metodología para la acción, como vía y camino para la redención humana, además como una concepción teórica de la ideología de la Revolución Cubana. Sobre ello, expresó: “(…) no son dogmas cerrados que impidan el conocimiento de nuevo. Es una espiral que obliga permanentemente y por razones de su propia naturaleza a analizar comportamientos nuevos presentes en la vida real”.[2]

Hart llamó a combatir la calumnia lanzada contra el marxismo, ante los que lo presentan como dogma o doctrina que cierra el paso al conocimiento y al análisis de nuevas realidades. Criticó a esos “llamados marxistas” y “socialistas” que practican diversas formas de oportunismo para desacreditarlo a la doctrina marxista y a sus representantes y convertir en catecismo sus concepciones.

A su 95 aniversario, Hart constituye referente insustituible para los cubanos y latinoamericanos, hombre sencillo de pueblo, semilla que contiene el embrión ya desarrollado de las concepciones de Patria y el hombre nuevo del que hablaran Martí y el Che.

La grandeza de esta personalidad cubana, sus valores, cualidades humanas, revolucionarias y políticas, se constituyen en fundamento necesario para la construcción y defensa del proyecto social socialista que se construye en Cuba.


Notas:

[1] Trabajo cultural con las masas. Dirección de Divulgación, Ministerio de Cultura, Ciudad de La Habana. En Nuiry Sánchez, N. y G. Fernández Mayo (Comps). Pensamiento y política cultural cubanos. Antología (T.III). La Habana: Editorial Pueblo, 1981.

[2] Eloísa Carreras Varona: Hart, La utopía libertaria. Artículo: “Marx, Engels y la condición humana”, p. 31.