Otro Macbeth, pero no otro cualquiera. Habitación Macbeth es la versión, como actor y director, del argentino Pompeyo Audivert con su Teatro Estudio El Cuervo, sobre el mayúsculo texto cultural de William Shakespeare. La presentó hace poco en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba y la sembró en la memoria de su público.

Con un dominio milimétrico del clásico, Pompeyo firma una visión fiel y radical a un mismo tiempo. La tragedia aparece toda y límpida frente a nosotros, pero “narrada” y representada por un único histrión. Gracias a un concierto de voces entre múltiples registros y gestosfijados a la manera brechtiana, se diferencian personajes y roles con instantánea identificación por parte del espectador.

Pompeyo nos revela a la perfección la grandeza de Shakespeare: su interpretación “brutal” del alma y el comportamiento humanos, íntimamente vinculados al entramado de la sociedad.

El encuentro en el camino con esas brujas espectrales, la relación “entre” los protagonistas asumidos desde un solo cuerpo, el monólogo interior de Macbeth vertido en escena, son resoluciones brillantes, resultado de una investigación y creación en el campo mismo de los códigos teatrales. El Teatro, su entidad de lenguaje, es el gran contenedor de esta puesta en escena, nada ocurre ni se explica fuera de su arte, ni puede ser transferido a otra manifestación.

La música, ejecutada en vivo con un violonchelo por su compositor Claudio Peña, es ambientación, espacio, acento, tensión y delicadeza, interacción y misterio, sonido y furia, sólida entidad.

Pompeyo nos revela a la perfección la grandeza de Shakespeare: su interpretación “brutal” del alma y el comportamiento humanos, íntimamente vinculados al entramado de la sociedad. Pero, más allá de su palabra eterna, Audivert la renueva con quemante vigencia. Conecta el deseo íntimo del ser humano con el desmesurado imperio del triunfo personal y sus reflejos en el resto de los planos (económicos, laborales, empresariales, políticos, etc.), de la estructura social toda.

“Lección de vida y teatro de Pompeyo Audivert”.

Lady Macbeth simboliza, entonces, la compulsión arrasadora del ser humano, trasvasada por Pompeyo a un retrato de la tendencia negativa del pensamiento de la Modernidad. “Rápido y furioso”, sin diques morales. Una taxonomía del proceder moderno, argentino y mundial. Se presenta en un podio actual al uso como el hijo de una sociedad putrefacta y sus instituciones. Política de “sonrisa y cuchillos”.

Para maximizarlo focaliza la conversación decisiva entre Macbeth y Lady Macbeth. El marco con los rostros en primer plano, de una u otro, iluminado en rojo o verde. Sexo, poder y ambición. Duda y recriminación. Un río de sangre.

Hasta que, finalmente, el bosque avanza. Ay, ese verso sobre la astuta trampa de la guerra que sintetiza la resolución misma del arte del teatro. Puesto que el bosque no puede desprenderse, los soldados se taparán con ramas. El arte de actuar, de cubrir el desnudo. Lección de vida y teatro de Pompeyo Audivert. Una ficción de la mentira. Jamás imitación. Le robo el verso para el título al poeta Alpidio Alonso porque ese “áureo bosque” alumbra, entre rayos dorados, este “teatro apestoso al que llaman mundo”.

1