Dos importantes muestras fotográficas exhibe el Centro Provincial de Arte de Holguín en su Sala Principal como parte del Babel, evento que este año, en Romerías de Mayo, se dedica a la fotografía: Equilibrio, con obras pertenecientes a la colección del Consejo Nacional de las Artes Plásticas (CNAP) y Ofrendas, piezas de Roberto Chile y Julio Larramendi.

Equilibrio —como asegura Bertha Beltrán, quien realizó la curaduría junto al curador y fotógrafo Denys San Jorge— resulta “una suerte de encuentro intergeneracional de creadores que apuestan por la fuerza de la imagen fotográfica”, reuniendo obras de Humberto Mayol y piezas que integran la colección del CNAP. Esta última es realmente una valiosa selección no solo por los trece autores incluidos, varios reconocidos exponentes no solo del lente, galardonados incluso con el Premio Nacional de Artes Plásticas, como Ernesto Fernández, José Manuel Fors y José Ángel Toirac, sino por muchas de las piezas que han marcado pautas en el ámbito visual cubano contemporáneo, a partir de temas como la identidad y el cuerpo, los caminos de la fe, la historia y la política.

Babel este año se dedica a la fotografía. Muestra dos exposiciones: Equilibrio, con obras de la colección del CNAP y Ofrendas, piezas de Roberto Chile y Julio Larramendi.

Así se exhiben obras ya clásicas en la imagen fotográfica de las últimas décadas del pasado siglo y las primeras de este en Cuba: piezas de la serie White things (1995 y 2001-2002) de René Peña; “No zozobra la barca de la vida” (1990) y “Protección” (1990) de Marta María Pérez; una de las fotografías de Cartas desde el Inxilio, serie de Cirenaica Moreira; y “Oratoria” (2007) de Adonis Flores. A estas se suman las fotos de los mencionados Ernesto Fernández, con la magistral pieza de la serie Martí, de 1957; Fors, con “Atados de la Memoria” (2010) y Toirac, con “Milagros”, una instalación de nueve piezas del 2015. Obras de Lidzie Alvisa, Alejandro González, Adrián Fernández, Ricardo A. González-Elías, Pedro Abascal y Grethell Rasúa componen también esta selección que resulta “un fragmento dentro del gran relato historiográfico que encierra una colección, a través de las obras y los artistas que la conforman”. Aquí es oportuno —añade Bertha— “significar la importancia de los acervos institucionales al servicio público, pues de otra manera, muchas veces se torna difícil acceder a autores que son referentes en su línea de creación”.

Por su parte, Humberto Mayol (La Habana, 1955) expone como parte de Equilibrio unas 14 instantáneas pertenecientes a la serie Los santos de la calle, resultando “una suerte de acercamiento a la religiosidad popular afrocubana desde la cotidianidad de los lugares de culto”, y logrando captar “con su agudo sentido antropológico, las atmósferas de espiritualidad reinantes sin grandilocuencias escenográficas, solo el hecho espontáneo y real es protagonista de la escena. La fotografía, entonces, cumple su rol documental y artístico. Luces y sombras se degradan en la magia del blanco y negro, provenientes del lente aguzado por la maestría creativa de su autor, transmitiendo la esencia del momento único e irrepetible”, añade Bertha (eso que Henri Cartier-Bresson llamó el instante decisivo).

Es importante “significar la importancia de los acervos institucionales al servicio público, pues de otra manera, muchas veces se torna difícil acceder a autores que son referentes en su línea de creación”.

En la propia sala, con curaduría de Roxana La O, se exhibe Ofrendas, con obras de Roberto Chile y Julio Larramendi; una selección que, como escribió el investigador y ensayista Rafael Acosta de Arriba en las palabras que inauguraron la muestra el pasado enero en La Habana, “se inserta por derecho propio en ese devenir de la imagen asociada a lo racial y lo religioso afrocubano”. Chile, discípulo de Korda, Corrales y Salas, con una obra que es parte de la iconografía de la Revolución Cubana, ha enfocado su trabajo más reciente a similares tópicos de lo afrocubano, dejando varias muestras importantes sobre el tema. “A diferencia de Larramendi, Chile utiliza más el blanco y negro en sus imágenes y estas resultan más intimistas en su abordaje de los personajes o modelos. El credo ancestral, tamizado por los años de vivencias cubanas y la correspondiente transculturación, dieron por resultado las escenas retratadas por Chile”, asegura.

Larramendi centró su mirada, en un primer momento, a las fotografías de la flora y fauna cubanas, y después hacia cuestiones históricas y de viajes, en particular en Cuba. “Su cámara ha recorrido el país de punta a cabo y en ese visionar extensivo e intensivo las cuestiones raciales y religiosas de lo afrocubano han tenido cabida”. Las piezas “Iniciación Abakuá”, “Sacrificio”, “La Virgen de Regla”, “El fuego”, “Encuentro de culturas” y “Predicción” son muestra de ello; como la enigmática “Humo ritual” de Chile y las también suyas “Nganga”, “Cruz yoruba”, “Eleggua”, Eyeife” y “Raíces, magia y mística”.

“Su cámara ha recorrido el país de punta a cabo y en ese visionar extensivo e intensivo las cuestiones raciales y religiosas de lo afrocubano han tenido cabida”.

Hay —añade Acosta de Arriba— “una vocación poética en ambos artistas en el tratamiento de la imagen, justo en el instante en que el personaje afrodescendiente que sirve de objetivo encara a sus divinidades. Haber reunido a estos fotógrafos ha sido un acierto, pues entre los dos aportan miradas paralelas y confluyentes sobre el tema”. Babel —sitio de interacciones y confluencias, de diálogos de maestros con las nuevas generaciones en Romerías de Mayo— nos ofrece estas Ofrendas de Chile y Larramendi, en la misma sala que exhibe Equilibrio, con las fotografías de Mayol y la colección del CNAP: imágenes que dan forma al cuerpo espiritual de una nación, a la cosmogonía del país.