Qué hermoso sería un mundo
donde los niños no tuvieran que pasar el tiempo
tirando piedras a los soldados
en vez de ir a la escuela,
donde los soldados soltaran los fusiles
que a veces matan a aquellos niños
y para ellos construyeran escuelas.

Un mundo donde los antiguos torturados
no se transformaran de nuevo en torturadores,
donde no hubiese más muros
de llanto y de vergüenza,
donde todo el mundo se saludara
estrechándose la mano o con un abrazo
diciendo Salam Malekum, Shalom,
que la paz sea con ustedes y con nosotros.

Un mundo donde Ismael e Isaac
pudieran jugar juntos
bajo un cielo de medialunas y estrellas
dejando atrás los errores
de un padre traicionero como Abraham
que no supo tener unida a su familia.

Qué hermoso sería un mundo
donde los jóvenes amantes de Palestina
pudieran besarse bajo las ramas de un olivo
susurrándose al oído
Shalom, baby, Salam Malekum.

Qué hermoso sería un mundo
donde todos nos acordáramos
que al fin y al cabo
todos somos un poco palestinos.

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