I

El nervio, la sospecha
El joven recluta parapetado tras un automóvil semidestruido
Su fusil en ristre apunta hacia la puerta del templo
Cuatro religiosos vestidos de negro
salen con una camilla y un miliciano muerto
Respira la sospecha entonces
a 25 metros de la puerta de la Iglesia de la Natividad en Belén
de la casa de Cristo del Hijo de Dios
Y el soldado que apunta amenazante
El cura de negro como peón de la muerte
El miliciano camino al paraíso que le ofreciera Alá

II

             para Zakarías Mohamed, en Ramallah, In memoriam.

El polvo de la guerra deja el rostro de Dahmal árido en extremo
La brisa que acariciaba amable su negra cabellera
es viento amargo que asola la frente sin sosiego
Y ni la voz de las acequias puede resucitar los olivares
los cedros azules que subían al firmamento
y esta mañana son en la distancia siluetas de carbón
al aire las raíces sin alma
Ah, morena pequeña princesa Dahmal los templos
antiquísimos donde el hombre hablaba con Dios son la ruina

III

El pentágono ha matado a 90 radicales
con la madre de todas las bombas
314 millones gastados en tan poca sangre
Un poco más de 3 millones cada muerto
Muy cara es la sangre de los hombres
Menos mal que esta noche terrible de abril
aun puedo dormir tranquilo en Santos Suárez
Santos Suárez no es todavía un barrio de Kubastán

IV

Precario dios este que observa
cómo masacran al hijo hecho a su imagen
Cuánto estaremos condenados a purgar
Los pecadores y los justos

1