El arte como mensaje: La contribución artística de Ryuichi Yahagi a la paz
Ryuichi Yahagi es un artista japonés que ha encontrado su hogar en México durante los últimos 30 años. Su obra abarca diversos medios desde la escultura, el performance, la fotografía y la instalación. Siendo este último, el soporte elegido para su obra expuesta con motivo de la Bienal de La Habana 2024. Mensajeros del Cielo, es el título que acoge a la muestra inaugurada el pasado 15 de noviembre en el Palacio Lombillo. A propósito de este evento internacional estaremos conversando sobre los inicios de su carrera artística, así como de sus procesos creativos y en especial de la muestra exhibida.
¿Qué lo inspiró a convertirse en artista?
Pues mira, ahora yo tengo 57 años y llevo 30 años como artista. Cuando salí de la preparatoria con 18 comencé a estudiar cocina y luego ejercí porque tenía un negocio familiar. A los 24 años fue que comencé a estudiar la Licenciatura en Artes porque mi idea no era trabajar 60 años o más siendo chef, creo que no lo hubiese aguantado.
Cuando era niño me gustaba mucho pintar y crear cosas con mis manos. Entonces yo pienso que la cocina es en parte creación, pero no deliberada, es una lectura diaria. En cambio decidí que lo que quería hacer era dedicarme al arte, ya que tal vez puedo crear y producir toda la vida. Quizás puedo comer de eso o no, pero lo intenté y así decidí tocar la puerta del arte.
Luego, era decidirse en qué especializarse, porque me iba a dedicar a las artes visuales, pero hay varias opciones de artes visuales. En mi caso me decidí por la escultura en piedra y sus variantes. Me gusta más hacer el objeto con mis manos. No me decidí por la cerámica, porque aunque es la construcción de un objeto, se parece un poquito a la construcción de la comida.
“Mi intención es enseñar, como parte de la historia, la tragedia humana, lo que sucedió en la Segunda Guerra Mundial”.
¿Cuáles son las temáticas recurrentes de su obra?
Yo tengo varias temáticas. A mí me encanta que la producción esté relacionada con mi vida y el mundo. Pero hay dos formas distintas de hacerlo, una es disfrutar y la otra es funcionar para la sociedad. A veces están juntas, a veces no se cruzan. Pero siempre yo pienso, ¿cómo lo podría relacionar con mi obra y cómo se relacionaría conmigo mismo? Entonces debes buscar la función de ser artista para la sociedad. Es uno de los temas importantes para mí. Yo también toco la problemática del desastre de la naturaleza, algo relacionado con nuestra sociedad. No es algo que pueda disfrutar tanto pero creo que es un hecho que necesita algo como la existencia del artista.
¿Cuáles son las ideas conceptuales más importantes que intenta transmitir a través de su arte?
Puede ser la paz, pero siempre desde el punto de vista de mi origen. Yo soy japonés, pero me siento más japonés por el hecho de que vivo en otro país, México. Entonces desde afuera de mi país me pregunto: ¿por qué?, ¿para qué?, ¿qué tengo que hacer? Así que tengo la necesidad de hacer proyectos relacionados con todas estas interrogantes. Uno de esos proyectos era la paz, pero a través de la Bomba de Hiroshima porque Japón fue el único país bombardeado con un arma nuclear en la Segunda Guerra Mundial.

La paz guarda una estrecha relación con la obra presentada en la 15 Bienal de La Habana. ¿Pudiera comentarnos cuál es el concepto detrás de Mensajeros del Cielo?
Todavía existen muchísimas bombas atómicas en el mundo y si en algún momento se decide utilizarlas, ya no existiríamos. No estamos viviendo en un lugar seguro.
En el monumento de Sadako Sasaki se entrega un ramo de mil grullas. Estas grullas simbolizan la paz. Hay personas que siguen mandando los ramos de otros países, se dice que se envían toneladas por año. Y también los niños de Japón en las clases los enseñan a hacer grullas y las envían a Hiroshima. Ese gesto tiene deseos de paz. Sin embargo, también significa un gran gasto de dinero para reciclar.

Yo creo que mi propuesta es diferente ya que yo hago las grullas con el periódico de Hiroshima con la fecha del 6 de agosto.[1] Sadako utilizaba papelitos de chicle, pedacitos de libros, de periódicos, ya que era lo que había en esa época.
Entonces, una gran amiga mía, Miyako Ishiuchi[2] me decía que hay una posibilidad de un cambio de imagen de las grullas con mi trabajo.
¿Pudiera hablarnos sobre el uso de las jaulas en la obra?
Dentro de la jaula parece protegido, pero al mismo tiempo no tienen libertad. Es una crítica en favor de la libertad para los jóvenes y los niños. Porque nosotros los adultos cada vez nos estamos acercando a morir, pero cada día van naciendo más niños y la situación tiene que mejorar para ellos. Entonces nosotros, los artistas, tenemos que tratar esos temas.

¿Cree usted que su obra se relaciona de alguna manera con el contexto cubano?
Yo creo que sí. En Cuba se vivió un conflicto similar: la Crisis de los Misiles en el 62. También, Cuba es una isla que está muy cerca de Estados Unidos y por tanto se pudiera sentir una especie de tensión. Es una situación que se puede conectar con la obra expuesta. Es un tema muy sensible y muy cercano.
¿Qué mensaje espera que el público se lleve al interactuar con su obra?
Cuando venga la gente, ya sea local o extranjera, mi intención es enseñar, como parte de la historia, la tragedia humana, lo que sucedió en la Segunda Guerra Mundial. Mediante mi obra me gustaría que las personas puedan recordar y no olvidar el trágico hecho de Japón, como único país bombardeado para probar la bomba atómica y terminó matando a la gente, 140 mil personas murieron. Ahora la población está creciendo, cada vez más, pero en ese momento las personas nacían con cáncer o malformaciones.
Entonces tenemos como 50 bombas atómicas en Japón pero no nos pueden disparar, porque si bombardean una sola planta esa zona ya muere. Eso también es lo que trae el avance de la tecnología. Por lo menos Italia y Alemania están retirando sus armas nucleares. Es un proceso lento, para nada inmediato, pero que nos deja fe en pensar que sí se puede vivir en un mundo sin bombas atómicas.
Notas:
[1] A fines de la Segunda Guerra Mundial, el 6 de agosto de 1945, el ejército de Los Estados Unidos lanzó Little Boy, la primera bomba atómica sobre la población civil y arrasó con la ciudad japonesa de Hiroshima.
[2] Artista japonesa que se convirtió en la tercera fotógrafa en recibir el Premio Internacional de Fotografía de la Fundación Hasselblad.