Una hermosa prueba de cómo la danza puede ser puente de arte y amistad la tendremos los días 16, 17 y 18 del presente mes de mayo cuando el Ballet de Montecarlo realice sus presentaciones en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba, con su espectáculo Core Meu del coreógrafo y director artístico de la compañía Jean-Cristophe Maillot. Un espectáculo en que se mezclan la danza académica con las ricas expresiones del baile popular, en esta ocasión la célebre tarantela napolitana, que incluye de la presencia de música en vivo ejecutada por Antonio Castrignanó y Taranta Sounds.

La nueva visita del Ballet de Montecarlo a Cuba, diez años después viene a continuar una fructífera conexión entre el ballet cubano y el ballet monegasco que tiene hermosas raíces, que se remontan a la presencia de Alberto Alonso como integrante del Ballet Ruso de Montecarlo, en 1935, hecho que lo convirtió en el primer bailarín cubano profesional. Fue en Mónaco cuando este ilustre artista enriqueció su experiencia escénica con las enseñanzas de los grandes maestros que figuraron en el elenco de esa compañía, heredera de los célebres Ballets Rusos de Sergio de Diághiliev, la cual tuvo al hermoso Teatro de Montecarlo como su “cuartel general” para la conquista de los públicos europeos desde 1911.

Con el influjo de Alberto, la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana que dirigía su ilustre madre Laura Rayneri de Alonso desde 1934 y hasta 1948, posibilitó las visitas de esa prestigiosa compañía en los años 1936, 1941 y 1946. Ellas permitieron al público cubano disfrutar del arte de figuras legendarias como Alexandra Danílova, las llamadas babies ballerinas (Tamara Toumánova, Tatiana Riabouchinka e Irina Barónova), así como de un repertorio representativo de la genial creación coreográfica de talentos como los de Mijaíl Fokine, Leonide Massine y David Lichine, entre otros.

En Core Meu se mezclan la danza académica con las ricas expresiones del baile popular.

Durante la visita de 1941, periodo en que Alberto Alonso regresa a la patria tras el estallido de la II Guerra Mundial, se convierte en el director de la Escuela de Ballet de Pro-Arte, junto con su esposa, la exintegrante del ballet ruso, Alexandra Denísova.

Fernando Alonso será el segundo de los cubanos en integrar temporalmente el elenco de esa compañía, donde interpretó el ballet Cien besos de la célebre coreógrafa Bronislava Nijinska. De Montecarlo vendría también Robert Belsky para convertirse, bajo el nombre de Emile Laurens, en el partenaire de Alicia Alonso durante su primera actuación en la versión completa de El Lago de los cisnes creada por su maestro Nicolai Yavorsky.

Pero los lazos entre Cuba y Montecarlo continuarían al paso de los años y fue en el célebre Palacio Garnier de Montecarlo donde Alicia recibiría grandes ovaciones al presentarse allí como máxima estrella del American Ballet Theatre, compañía con que realizaba una larga y exitosa gira europea en 1953. Muchos años después, en las temporadas de 1955-1960, Alicia Alonso sería estrella refulgente del Ballet Ruso de Montecarlo, cuya presencia facilitó el retorno de la compañía al exclusivo Metropolitan Opera House de Nueva York.

“(…) los lazos entre Cuba y Montecarlo continuarían al paso de los años y fue en el célebre Palacio Garnier (…) donde Alicia recibiría grandes ovaciones al presentarse allí como máxima estrella del American Ballet Theatre (…)”.

Durante la gira europea que comprendió de finales de 1970 hasta enero de 1971, el Ballet Nacional de Cuba (BNC), ya como compañía nacional, se presentó en el histórico Teatro de Montecarlo, con un variado programa que incluyó obras de su repertorio representativas de la tradición romántico-clásica como Giselle, el II acto de El lago de los cisnes y el Grand Pas de Quatre, además de creaciones contemporáneas como Conjugación y Carmen, de Alberto Alonso, Bach x 11= 4 x A de José Parés, Edipo Rey de Jorge Lefebre y Plásmasis de Alberto Méndez.

De especial memoria para los integrantes del Ballet Nacional de Cuba en esa ocasión fue la asistencia de la Princesa Real Grace a una función de la compañía en que esta presentaba su más famosa pieza, la versión completa de Giselle, la cual tuvo como intérpretes a Alicia Alonso el día 24 de diciembre y el 26 Josefina Méndez, ambas con Azari Plizetski como el duque Albrecht. En 1980, una representación de la compañía cubana se presentó en la Gala de Estrellas realizada en Montecarlo, donde también se hizo acreedora de una gran valoración por parte del público y la crítica.

El Ballet de Montecarlo se presentó en La Habana en octubre del 2015, en ocasión 16 Festival de Teatro de la Habana.

En particular, recuerdo cuando a petición de Alicia Alonso tuve el honor de ser el anfitrión del Príncipe Alberto en los primeros días del mes de abril del 2001, le hablé de los inicios del Ballet de Cuba, sus nexos con el Ballet de Montecarlo, le mostré un ensayo de El lago de los cisnes desde el balcón del salón azul de la sede del BNC y lo conduje a un histórico y cálido encuentro con la prima ballerina assoluta cubana, directora del Ballet de Cuba. Fue una hermosa mañana en que el entonces heredero del trono monegasco dejó una inolvidable imagen como ser humano. Durante esa visita el Príncipe Alberto dio los pasos para la apertura de la embajada de ese país en Cuba, que ha sido puente amistoso desde entonces de ambos países.

En octubre del 2015 el Ballet de Montecarlo bajo la dirección artística de Jean-Cristophe Maillot y la presencia de su alteza real la Princesa Carolina ofrecieron funciones del ballet La cenicienta en el Teatro Mella de La Habana como parte del 16 Festival de Teatro de la Habana.

Siguiendo la ruta de la historia, el BNC invitó al Ballet de Montecarlo a participar en el 28 Festival Internacional de Ballet de La Habana, hecho que no pudo materializarse por distintas razones y que ahora tendrá un feliz final cuando los tengamos entregándonos su bello arte para el público cubano. Una vez más, la danza hermana a los pueblos.

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