La sala Manuel Galich de la Casa de las Américas abrió sus puertas a la entrega del XXI Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar. El jurado, integrado en esta ocasión por el argentino Hernán Ronsino y los cubanos Dazra Nóvak y Emmanuel Tornés, evaluó más de 1100 cuentos y distinguió por segunda ocasión a Emerio Medina como ganador absoluto, gracias a su relato El hombre que vino a leer.

Según informaron los presentadores del volumen (Basilia Papastamatíu, Rafael de Águila y Emmanuel Tornés) la primera mención fue para el conocido narrador cubano Alberto Guerra Naranjo, por Picassos en el aire. “Estamos ante un texto de exquisita hechura y técnica de muy aquilatado lujo”, manifestó el escritor Rafael de Águila. De igual manera, fue premiado en esta categoría Yunier Riquenes, con Los apostadores. Ronel González logró el mérito gracias a La noche bella no deja dormir y Ernesto Pérez, con La paradoja de Gutenberg. Asimismo, obtuvieron este lauro el colombiano Odymar Varela con el cuento Los muertos son invisibles y el peruano Rolando Alexander Rivera por el relato No más flores, capitán.

El hombre que vino a leer no es solo un gran cuento, sino una parábola y alegoría a la vida”.

Más adelante de Águila Borges expresó: “Juega Emerio con el realismo, para hacer de ese realismo un pasaje, una vía, un password y tras el chasquido de dedos o el pase de rabdomancia, tras musitar el muy emeriano abracadabra, hacer llegar en tropel acabrilado la muy santa sustancia del absurdo. Y eso suele hacerlo Emerio Medina en el Omega de sus cuentos”.

Emerio expresó su congratulación por el premio y lo valoró como un incentivo para continuar escribiendo.

El hombre que vino a leer no es solo un gran cuento, sino una parábola y alegoría a la vida. Ratifica con este galardón, ser uno de los escritores cubanos vivos y residentes en Cuba con un gran número de triunfos literarios. Su narración es un tributo a ese estado de transustanciación que es la literatura. Ante la pregunta de qué significa recibir nuevamente el premio Cortázar, Emerio respondió: “este es un incentivo para seguir haciendo lo que he hecho siempre, escribir”.

La Casa donde respiró Julio Cortázar, la de todos los grandes escritores de América Latina, ha sido testigo hoy de la distinción de siete maravillosos cuentos. Una suerte de heptágono; número mágico el siete, al igual que mágicas son estas historias, relatos que desde ahora prestigian al Premio Cortázar.